Cuándo y cómo regar el jardín.
Indice
- 1 Cuándo y cómo regar el jardín.
- 1.1 8 consejos de riego para cuándo y cómo regar un jardín.
- 1.2 ¿Qué sucede cuando riegas las plantas?
- 1.2.1 2. Mantén el agua que se filtra en la zona.
- 1.2.2 3. El agua antes del mantillo.
- 1.2.3 4. Lee en las hojas de tus plantas.
- 1.2.4 5. Riego en profundidad y con menos frecuencia.
- 1.2.5 6. Agrupa las plantas en función de la necesidad de agua.
- 1.2.6 7. Elije tu tiempo sabiamente para regar.
- 1.2.7 8. Saber la cantidad de agua que necesita el jardín.
Cómo regar un jardín y cuándo regarlo puede ser tan fácil como esperar a que llueva, pero seguro que con esta afirmación, hasta el más novato jardinero sabría que no es la respuesta correcta, ya que el riego eficiente de un jardín determina muchos aspectos del resultado final.
Debido a que no todos los jardines son iguales, es más que evidente que las pautas a seguir para cuando y como regar un jardín variaran en función del jardín al que vayamos a desempeñar esta labor, ya que cada jardín tiene su propia idiosincrasia y por tanto tienes que observar las peculiaridades que hacen tu jardín diferente a los demás.
Aún así, hay características que se pueden dar como pautas generales a la hora de cuándo y cómo regar un jardín, por ello te traigo 8 consejos que son generales y que se pueden aplicar a todos los jardines, siempre y cuando se puedan personalizar para cada uno.
8 consejos de riego para cuándo y cómo regar un jardín.
1. Conoce tu suelo.
Adéntrate en tu jardín y averigua si tienes un suelo de arcilla o una tierra arenosa, ya que es fundamental saber qué tipo de suelo se tiene para así poder determinar el riego más adecuado, debido a que la diferencia de suelo hace que haya una gran diferencia de drenaje del mismo y retención de humedad.
Para empezar, un suelo de arcilla cargado presente retos especiales en cuanto al riego.
La arcilla tiene una carga eléctrica que extra el agua, tirando las raíces de la planta, también la arcilla es censa, por lo que existe poco espacio para que se permita el intercambio de gases esenciales con el aire para que la planta pueda nutrirse.
Además la arcilla drena lentamente, eso significa que el agua está más tiempo estanca con el riesgo que pueda podrir las raíces.
Por otro lado, en un suelo arenoso el agua drena mucho más rápido y fluye a través de él con más rapidez.
Esto significa que si es demasiado arenoso, el agua puede filtrarse con tanta rapidez que no de suficiente tiempo a las raíces a poder tomar y absorber los nutrientes disueltos en el agua.
De todas formas, tanto un suelo arenoso como un suelo arcilloso se pueden enmendar y ser suelos muy fértiles mediante la adición o la mezcla de materia orgánica, como el abono.
¿Qué sucede cuando riegas las plantas?
Hablando de riego, vale la pena señalar por qué te debes preocupar de esta faceta tan importante en el jardín.
Una de las razones por la que las plantas y vegetales necesitan agua es que absorben los nutrientes en forma disuelta.
El agua en movimiento juega un papel muy importante en la fotosíntesis y sobre todo si esta agua está en las hojas.
En el camino, las plantas emplean un método maravilloso de ingesta de agua y distribución por toda la planta.
Así es como funciona:
Las raíces toman agua por ósmosis, es decir, si la presión en el interior de las células de la raíz cae por debajo de la presión exterior, el agua se mueve para igual la misma.
Los nutrientes se mueven también, esto hace que las estructuras de almacenamiento de agua se llenen y expulsen el agua, pero no los nutrientes.
El calor del sol hace que se evapore el agua en las hojas, lo que genera una presión que fuerza el agua a través de los pequeños poros llamados estomas y así se enfría la planta.
El agua se mueve, las células que rodean las estomas se expanden presionando las estomas abiertas, esto permite la entrada del dióxido fundamental para la fotosíntesis de carbono.
La idea del riego y su función principal es mantener este sistema operativo sin problemas.
Puedes comprobar la velocidad en como tu suelo absorbe el agua, utilizando cualquier tipo de cilindro, como una lata de café con la parte superior e inferior cortadas.
Empújala unos cuantos centímetros dentro del suelo, llénala con agua y deja que se drene completamente.
Rellena nuevamente la lata y luego comprueba cuánto tarda en volver a drenar.
Si tarda más de 3 a 4 horas, muy probablemente vas a tener un problema de drenaje en tu suelo que podría dañar las raíces de tus plantas en el jardín.
Sin embargo, y si no quieres cambiar o realizar grandes obras en el suelo de tu jardín, construir camas elevadas puede ser la solución.
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2. Mantén el agua que se filtra en la zona.
Las redes que trazan las plantas a través de las raíces es una de las zonas más críticas para el riego.
Cómo la profundidad a la que las raíces suelen adentrarse en el suelo, suele variar, es importante mantener esa sección húmeda e impedir que las plantas en esa zona de sus raíces, puedan secarse.
Con un buen suelo de jardín, deberías ser capaz de poder estrujar la tierra de forma sencilla y que no se apelmace y tampoco que se creen grumos.
3. El agua antes del mantillo.
El mantillo ayuda a conservar y retener el agua en el suelo, protegiendo la tierra de los rayos calientes que pueden evaporar la humedad del suelo.
Por ello, es una buena idea poder empapar el suelo antes de poner esta primera capa de mantillo.
Así como el mantillo dificulta la evaporación del agua, también realiza la función de retardar la penetración de la humedad a las raíces.
Además de retener y evitar la evaporación, el mantillo también suprime las malezas.
4. Lee en las hojas de tus plantas.
No dejes que te engañen las hojas de tus plantas.
A veces pasa, que vemos nuestras plantas con sus hojas caídas por el calor y el sol del mediodía, pero no necesariamente este hecho hace que nuestras plantas estén secas o necesiten agua.
En muchas ocasiones, esto es debido a que las plantas se están protegiendo a sí mismas mediante la exposición de menos superficie al sol y la conservación del agua, siendo así incapaz de bombear suficiente agua para compensar la pérdida a través de sus hojas.
Si estas mismas plantas y sus hojas están caídas por la mañana o la noche, entonces sí que tienes que tomar acción a la hora de regarlas.
Riégalas eficazmente y sobre todo su suelo y tierra, no te centres en las hojas ya que esto puede alentar a una variedad de hongos que se desarrollarán en las hojas y su humedad, causando moho y tizón.
5. Riego en profundidad y con menos frecuencia.
Considera el ciclo vital de las plantas en tu jardín con el agua.
Por ejemplo, los trasplantes recientes necesitan algo más frecuente el riego y la luz para dar cabida a sus raíces poco profundas.
Para algunos cultivos, como los tomates, los rendimientos pueden mejorar, pero pueden perder algo de sabor en función del riego excesivo que le hayas dado.
En cuanto a las zanahorias y las coles, por ejemplo, el riego lo tienes que reducir cuando el cultivo alcanza la madurez, para así mantener estas verduras y su división.
En definitiva, las plantas una vez establecidas, se le hace más mal que bien dándoles una rociada diaria, ya que solo se va a mojar la superficie del suelo y las raíces van a querer subir a la superficie.
Riega menos frecuente pero hazlo de forma más profunda.
6. Agrupa las plantas en función de la necesidad de agua.
Si tienes espacio en tu jardín, puedes ahorrarte problemas mediante la agrupación de plantas en función de sus necesidades de riego.
Por ponerte un ejemplo, no sería una buena idea, teniendo espacio, plantar hierbas al lado de tus lechugas ya que en general las hierbas crecen en zonas más secas, mientras que las lechugas necesitan mucha más agua.
Si la lechuga obtiene el agua que necesita, las hierbas a su lado también serán más exuberantes, pero también perderán mucho de su sabor por el exceso de agua.
Por el contrario, si riegas para adaptarte a las hierbas, es probable que tus lechugas salgan amargas.
Al agrupar las plantas de acuerdo a las necesidades que tienen cada una de ellas de agua, hace que tus cultivos sean mucho más saludables y sabrosos, pero también consigues economizar y no desperdiciar el agua allí donde no se necesita.
7. Elije tu tiempo sabiamente para regar.
Temprano por la mañana, por la tarde y por la noche suelen ser los mejores momentos para el riego de tus plantas, ya que las temperaturas más frías hacen que el agua no se evapore.
Limitar el riego a estos tiempos es una idea especialmente buena si utilizar en el riego de tu jardín aspersores aéreos.
Aunque la noche es un buen tiempo para regar, tienes que tener en cuenta que las hojas se pueden mantener húmedas, y también pueden permitir que tengan enfermedades.
8. Saber la cantidad de agua que necesita el jardín.
Es importante que determines cuánta agua necesita tu jardín en función de las plantas y cultivos que tengas.
Si tienes claro qué cantidad necesita tu jardín de agua y también los periodos en que necesita más o menos agua, puedes ajustar y economizar el gasto de agua, así como optimizar el riego en tu jardín de forma eficiente.
Los riegos automáticos y otros métodos para controlar el agua que utilizas en tu jardín, son las mejores ideas e incluso inversiones que puedes hacer para economizar el gasto de agua.
El cuándo y él cómo regar tu jardín es importante, no sólo para economizar, sino también para que tus plantas puedan madurar y crecer de forma apropiada.